sábado, 25 de mayo de 2013

Nuevos fuegos, viejos fuegos...

Con la llegada del invierno la gente se recluye más temprano en sus casas, prenden las estufas, cocinan sobre las brasas.
Una costumbre que viene del campo, cuando las épocas difíciles, donde se comía lo que se podía.
Hago una comparación con lo que pasa hoy en nuestra iglesia.
Llegan esos momentos fríos, oscuros, donde sentimos que Dios está pero no lo podemos vislumbrar bien.
Nos recluimos más temprano en nuestras almas, intentamos calentarnos con el fueguito de sentimientos familiares, afectos que nunca morirán. Cocinamos esperanzas en brasas que están casi extintas.
Tiempos difíciles para algunos católicos.
Traiciones, olvidos, desplantes, desengaños. Y casi siempre provienen de personas muy cercanas.
Sin embargo el alimento espiritual no falta nunca. Jesús está siempre a nuestro lado, para compartir lo bueno y lo malo. Es importante que sepamos verlo en las pequeñas y sencillas cosas.
En este invierno que se viene con todo, en estas frías heladas de la mañana o en las nieblas eternas de la noche...no perdamos esa brasa que nos abraza, Jesús.