domingo, 6 de abril de 2014

Arreando ovejas para el rebaño...

El miércoles pasado tuve la experiencia de recibir la reconciliación en una parroquia de un barrio que le dicen marginal. Quizás algo común para muchos, pero yo vengo del interior del país, donde los cantegriles no existen. Además en mi pueblo conozco a todos y todos me conocen, por lo tanto una anda con confianza.
Esto era nuevo para mí. El barrio Casabó siempre sale en las noticias policiales con alguna muerte o algún problema.
Pero me llevó allí el asunto de hablar con el p. Jorge Techera sobre unos sobrinos que querían bautizarse. Así hice el contacto, fuimos, nos internamos en el barrio hasta llegar a la parroquia San Alberto Hurtado.
La charla fue totalmente amena, me reencontré con Pepe, antiguo jefe mío, de la oficina de prensa del Arzobispado.
Luego me quedé a la misa y me contaron que había reconciliación. Ya estaba anocheciendo, pero sinceramente no sentí miedo ni me sentí incómoda.
Estaba en la casa del Señor, ¡cómo me iba a sentir mal!
Aquello fue una hermosa experiencia, la gente que me recibió con los brazos abiertos, tan natural como si perteneciera allí. Como una vecina más.
La reconciliación fue algo diferente, hacía tiempo que no lo hacía.
Me impactó la sencillez de la gente, a la hora de las oraciones comunitarias, a la hora de las lecturas.
Y al final de la misa, cálidos abrazos, palabras de reconocimiento porque Jorge les contó de dónde venía.
Todos se acercaron a conversar luego de la eucaristía.
Ya era noche cerrada y pregunté dónde estaba la parada del ómnibus.
Un vecino que había participado de la misa me dijo: "yo la acompaño!!"
En esas cuadras que hicimos juntos me contó muchísimas cosas.
66 años y había nacido y se había criado en Casabó. Ahora con el padre Techera el barrio entero había renacido...es que era como un barrio olvidado por Dios. No sé si por Dios, pero sí por los hombres y por las instituciones.
Allí vive mucha gente trabajadora y de la otra...como en todos los barrios de mi país.
Allí todos se conocen, como en mi pueblo.
Quizás uno estigmatiza por ver algunos hechos aislados, quizás por miedos....
Lo cierto es que yo nunca tuve miedo, me sentí acompañada siempre, hasta que subí al ómnibus y puse rumbo a mi pueblo.
Estas experiencias son las que hacen que uno quiera seguir haciendo lo que hay que hacer, y lo que nos pide Francisco: "Arrear ovejas para el rebaño..."



2 comentarios:

  1. Muy interesante. Me encanta eso que dicen los papas de "salir a la calle" o "ir a las periferias". La misión de la Iglesia es esencialmente evangelizadora, como lo indicó el mismo Jesús. ¡Gracias por compartir esta bella experiencia!

    ResponderEliminar